En una espalda muy bonita no siempre hay un bello rostro; pero no es el caso, supongo, por las afables miradas de los hombres al pasar frente a su semblante. -¡Llenas de curiosidad mi camino de tarde!- Imagino su rostro, que ha de ser blanco, y muy posible, empolvado y perfecto para su cabello negro y lustroso, para su nariz fina sobre una sonrisa que todo lo inundaría, a tono con su jeans insinuador de geografías que analizo, con sus bordes estilizados de jabon dulce y su hipotética desnudez. Sin embargo, creo, me serán imposibles sus ojos: ella camina ahora lejos, despreocupada del deseo inquieto que deja, porque he llegado a mi puerta, y esto es inexorable.
Hola again =) ta lindo lo que escribiste
cosas del destino o no sé, pero siempre me encuentro contigo…
cuíddate
un retrato encerrado de un paseo al aire libre
no logro comprender como es que vicias el aire de afuera.
esa densidad es casi magnetica
guardando la distancia.